Shasa, de difuntos y playas

Sasha, es un viaje en el que se cruzan diferentes historias, configurando un mapa de países en guerra.

Mashid viajará a la deriva a través de un tortuoso proceso de pérdida de identidad y culpa, en un mundo en el que se entrelazan los vivos y los muertos.

Una madre que anticipa desde sus entrañas el mal que se avecina con el nacimiento de su hijo Shasa, consciente en casi todo momento de la realidad, compartirá con él una vida como un cuento macabro en el que no hay nada que entender porque todo está dirigido a que no se entienda nada.

Shasa es la historia de un adolescente sin empatía, vacío de sentimientos que vive la vida como un juego en el que corromper a los demás, envilecerlos, colocarlos en situaciones en las que tengan que defenderse, actuando contra sus principios, hará su leitmotiv en la vida.

 Shasa, de difuntos y playas, es la historia de un adolescente que muere a manos de su madre a la edad de 14 años. Es el viaje imaginario de una madre que huye con su pequeño hijo de la guerra, un hijo que ya está muerto desde el principio de su recorrido. 

En su camino, la madre va trazando un mapa de sangre, dolor y huida, pero también dibujará ternura y esperanza. En su éxodo revivirá a su hijo en su imaginario de dolor. Su vida es un camino sin retorno, una travesía entre lo simbólico y lo real. El niño vivo o muerto no la dejará en paz.

En su viaje no encontrará un lugar, donde no haya guerra, si esto sucediera, su hijo desaparecería. El niño muerto se le aparece a la madre constantemente y se le aparece chiquito, aunque ella sí, va envejeciendo.